Descripción:
La Edad Media fue todo menos ese periodo estanco y aburrido de la historia
que nos han hecho creer. Así, por ejemplo, a lo largo del siglo xii surgieron
diferentes movimientos contra la norma eclesiástica: ideologías que se desmarcaban
del credo único que esta instauraba con mano de hierro.
El término «cátaro», que significa «puro», fue la denominación peyorativa que en
su día le dieron sus adversarios. Ellos se denominaban a sí mismos «buenos hombres
y buenas mujeres». Geográficamente, su alcance se localizaba sobre todo en el
condado de Tolosa, que se extendía de Agen a Béziers, y de Albi a los Pirineos. De
ahí que sus opositores los llamasen también «albigenses».
Los cátaros deseaban vivir su fe como los primeros cristianos; la «Iglesia de los
Apóstoles», reprochaban la ostentación y corrupción del clero y del papa, rechazaban
que Jesús fuese Dios encarnado y que hubiese realmente muerto, eran artesanos
y hacían voto de pobreza y castidad. Su discurso tuvo mucho éxito entre la
burguesía y la nobleza del Languedoc, por su parte, descontentos con el poder que
iba acumulando la Iglesia, e incluso entre el pueblo llano dado también su rechazo
al sistema feudal. El movimiento crecía y se extendía tan rápido que la Iglesia convocó
contra él la primera cruzada en tierra cristiana.
En este número de MUY HISTORIA trazamos un arco
amplio en torno a la protesta cátara y todas las demás
coetáneas (husitas, dulcinistas, valdenses, etc.) que se
levantaron contra la Iglesia católica, y exponemos tanto
los hechos como las lecturas pseudohistóricas y más que
controvertidas que se han
realizado al respecto.
Disfruta de la lectura.