Transgresor y revolucionario, no mereció, sin embargo, ni una mención en las crónicas de su época; predicador carismático, condenado y ejecutado, no fue capaz de convencer a los suyos (los judíos siguen esperando al mesías). Jesús, el hijo de María, el aprendiz de carpintero, el defensor de los pobres y los marginados, el que ponía la otra mejilla, nació en un rincón apartado del inmenso Imperio romano y trascendió su época.