Descripción:
Svetlana Aleksiévich puso un llamativo nombre al libro en el que recogió los testimonios
de diferentes mujeres rusas que, de un modo u otro, protagonizaron
la Segunda Guerra Mundial: La guerra no tiene rostro de mujer. Con este título,
la premio Nobel quería remarcar la profunda ignorancia que encierra la concepción
de que las mujeres permanecen apartadas, ajenas al presente, durante los conflictos,
debido a que su naturaleza no es beligerante, sino doméstica y dulce. Si acaso —se
afirma—, las mujeres se ocupan únicamente de las tareas que los hombres no pueden
realizar al estar en el frente.
Pero si para algo sirve la historia es para desmontar las interpretaciones. En este especial
intentamos comprender la complejidad del papel de las mujeres en la contienda
mundial. Porque no solo se ocuparon del trabajo fabril y rural: combatieron, fueron
espías, resistieron y fustigaron en los campos de concentración, apoyaron y amaron a los
líderes de ambos bandos y sus cuerpos fueron usados como armas de guerra. Sin duda,
una lectura que nos remueve a todos y a nadie deja indiferente.