Descripción:
Hace unos meses, científicos de la Universidad de Yale, Estados
Unidos, lograron algo imposible (que algunas células cerebrales
de cerdos que habían sido sacrificados cuatro horas antes
volvieran a activarse) y demostraron de esta forma algo insólito: la muerte
de las células puede detenerse y estas establecer conexión con el órgano
principal. Evidentemente, como afirma en nuestro artículo de portada
Zvonimir Vrselja, uno de los investigadores, aunque no se registró actividad
eléctrica cerebral y el corazón no se restableció del todo, consiguieron
que las células hicieran algo para lo que no están capacitadas cuando se
está muerto, y ahí se abre todo un campo de posibilidades médicas y, sin
duda, de incertidumbres éticas acerca de, cuando menos, qué consideramos
«muerte». ¿Qué supondrá esto a la larga? ¿Que la ciencia en un futuro
podrá prolongar la vida, «resucitarnos»? No se sabe. Entre los avances
más tangibles para la salud que pueden extraerse de este hito, está la
realización «(...) de intervenciones adicionales antes de que una parada
cardiorrespiratoria fuera considerada irreversible». Es decir, el trasplante de
órganos en condiciones hoy inviables, tal como subraya Beatriz Domínguez-
Gil, una de las mayores expertas a escala mundial en trasplantes. Y esto
supone mucha esperanza, aunque el camino que quede sea aún extenso.
Además de este sorprendente tema, traemos otros
grandes interrogantes en este número: ¿hasta dónde
nos reemplazará la inteligencia artificial? ¿Fueron
los neandertales absorbidos por los Homo sapiens?
¿Los traumas pueden «trasladarse» de generación en
generación? ¿Quiénes conforman ese club mortal de
la red denominado los incel? Como ves, una rica lectura
para celebrar contigo nuestro número 500. Gracias
por tu compañía, decimos a una todo el equipo de
MUY INTERESANTE.