Descripción:
Somos seres «clasificadores». Necesitamos orden, nuestro
cerebro lo solicita a cada rato; el ser humano se vale del
establecimiento de genealogías, jerarquías u otros sistemas de
agrupamiento para comprender las cosas. No sé bien si se trata de una
facultad o de una deficiencia, pero en cualquier caso si no lo hacemos
podemos entrar en «bucle». Y, lógicamente, cuando levantamos la vista
al cielo no se nos ocurre otra que ponernos a parcelarlo para «apresar
lo inaprensible». Así, en los años 30, una vez aceptada la existencia
de galaxias externas, el primer paso era su estudio taxonómico, y el
primero desarrollar un sistema de clasificación galáctico fue el propio
Edwin Hubble en su libro The realm of galaxies en 1936 (es decir,
menos de diez años después de haber demostrado la existencia de
las galaxias externas). Por entonces, este método (al igual que otros
posteriores) se basó en las variantes morfológicas de estas, que se
establecían mediante las diferentes propiedades estructurales de las
galaxias que podían estudiarse a través de imágenes ópticas (las únicas
de las que se disponían entonces). Elípticas, irregulares o lenticulares,
espirales..., el astrofísico Miguel Ángel Sabadell nos las describe
en nuestro tema de portada, con la familiaridad y amenidad que le
caracteriza: como si se tratase de la sencilla flor
que ha brotado en el jardín de su casa. ¿Otros
artículos que te llamarán la atención? Sin lugar
a dudas, cómo se establecen los estereotipos de
género, los últimos avances contra la depresión,
los tsunamis árticos que el cambio climático puede
provocar, la fusión nuclear como energía, la falta
de vitamina D en un país como el nuestro, cuyas
horas de sol son la envidia de toda Europa. Muchos
temas, como siempre. Disfruta de tu lectura.